Las palabras llegaron al pensamiento, sin más. No sabía cómo había desarrollado esa capacidad tan repentina pero agonizó en un gesto y se borró de sus sentidos la capa escolta que le envolvía el estomago… no sabía ni que eso existía pero si que lo supo cuando sintió su ausencia.
Un farolito caótico amenazó a la razón y empezó a darse por vencido olvidando su condición. Aún así, el sentido de la naturaleza sin dificultad alguna resopló por el aliento arrugándole la mejilla, y la respiración le confirmó que no se tenía inquietar más por lo innato… cuando hay alma de fiesta la circunstancia es lo de menos.