Me inhala sin café


Me agita, me mueve, me grita. Me deja de un lado sin advertir lo que provoca. Me mira.
Me observa desde adentro, me aprieta sin reflejos y ni se digna.
Me eleva, y no se digna en tomar sin desgracia las ganas que provoca cuando me nombra.
Me anestesia con su fuerza la corriente que traspasa todas las ganas que me explotan.
Me deja, y luego me agita.

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