Del diario La Razón de Bolivia
Edición Digital - Miércoles, 29 de Septiembre de 2010
Opinión
Ley antirracista
Actualmente se está aprobando en el Congreso una ley contra el racismo. Pareciera que nuestro país fuese Sudáfrica, donde no hubo mezcla de razas y donde, efectivamente, la población negra sufrió durante siglos un sistema de apartheid que la tuvo sometida y discriminada en forma inhumana. Pero aquí sucede lo contrario, porque no hay gran diferencia racial en la población boliviana. Cabe recordar la encuesta que propició, hace pocos años, el Fondo para la Democracia de Naciones Unidas, donde se determina que siete de cada diez bolivianos se consideran mestizos. Es decir, el 68% de los encuestados ha expresado sentirse mestizo, y sólo un 20% indígena. Mientras que los que se suponen blancos apenas sumaron un 5%.
Esta encuesta destruye la creencia que dejó en Bolivia el censo del año 2001, donde absurdamente había una pregunta muy poco clara, ya que su pretensión era cultural y no racista, que consultaba a la población nacional si consideraba tener un ancestro originario. Basándose en ella, el gobierno de Evo Morales ha difundido en la comunidad internacional la idea de que una gran mayoría poblacional boliviana es indígena, la cual estaba sojuzgada por un pequeñísimo sector descendiente de europeos. Esta profundización de lo indígena ha llegado al extremo de que se imponga una nueva Constitución política donde se privilegia al indio y se divide a la nación por el racismo.
Cuando las repúblicas latinoamericanas nacieron a la vida independiente, todas contaban con poblaciones indígenas que hablaban sus propias lenguas. Pero la mayoría de ellas se esforzó por unificar culturalmente su país en base a la enseñanza masiva del castellano o del portugués en el caso del Brasil. El resultado ha sido su conformación en verdaderas naciones, conjuntadas por el idioma, la religión cristiana y la tradición histórica.
En Bolivia se trató de hacer otro tanto, sobre todo después del conflicto del Chaco, ya que hubo la conciencia generalizada de que una de las causas del fracaso de la guerra había sido precisamente el hecho de que una mayoría de sus habitantes no estaba integrada aún a la vida nacional. En consecuencia, se consideró perentorio intensificar el nacionalismo y encaminar la política hacia el levantamiento del indio con el fin de hacer de él un verdadero ciudadano.
Pero en los últimos años del siglo XX, insensatamente se decidió cambiar esta política integradora por otra encaminada a indianizar al campesino. Se llegó al extremo de que hasta en la anterior Constitución política se señalaba que Bolivia es un país pluricultural y multiétnico. Como era de esperarse, esta peregrina teoría ha dado sus frutos con el brote de un fuerte racismo que se ha ahondado en el actual Gobierno, al extremo de que en la nueva Constitución, Bolivia dejó de ser una nación para convertirse en un Estado Plurinacional. Lamentablemente, el señor Presidente y sus consejeros no han tomado en cuenta que la ONU ampara a las naciones de un Estado plurinacional que se sientan sometidas y explotadas por las otras y, algo más grave, les da derecho a separarse de dicho Estado, como ha sucedido con varios países de la Europa Oriental.
Es menester destacar, además, que desde un principio, muchos de nuestros mandatarios y hombres públicos fueron hijos o nietos de mujeres de pollera. Se puede afirmar categóricamente que Bolivia es el país menos racista del continente americano. En consecuencia, y con el fin de superar estos indicios racistas y hasta separatistas, es necesario que los bolivianos comencemos a concebir al país como una verdadera nación, en base al reconocimiento de que la gran mayoría del país no es ni indígena ni blanca, sino mestiza: chola o camba. Y en cuanto a los indios, basta que aprendan castellano o se avecinen a una ciudad para que culturalmente sean mestizos. Por lo tanto, ¿para qué insistir en una ley antirracista, cuando la inmensa mayoría de la nación, probablemente un 95%, desciende de indígenas y se siente orgulloso de ese vernáculo ancestro?
Ramiro Prudencio Lizón
es diplomático e historiador.
Respuesta:
Comparar dos realidades históricamente diversas, es una afirmación bastante arriesgada como delicada, el sufrimiento de los pueblos originarios amerindios con el del pueblo sudafricano, justificando que en nuestro continente hubo un mayor mestizaje, mientras en el caso africano se implementaba un sistema de segregación racial, es un recurso bastante peculiar, más aún si se pone en evidencia la afirmación de que en Bolivia sucedió justamente “lo contrario”. Además si se tiene en cuenta que en cuestión, en el llamado sistema de apartheid a las etnias no se les permitía mezclarse, por ende algunas cuestiones como los abusos a mujeres y niñas de etnias categorizadas como inferiores, no fueron tan evidentes como sucedió en la época colonial más antigua en América-.
Considero que es conveniente para empezar tener en cuenta que no hace falta que un pueblo “se mezcle étnicamente” para que no exista racismo, pues ¿cuántas veces la historia nos ha enseñado las fuertes consecuencias de discriminación y racismo a distintos pueblos, culturas, categorías de sexo, etc., sin tener en cuenta de si se trataban de “mestizos” para que estén exentos de discriminación?. Por supuesto, debo aclarar de que estamos hablando de una categoría de “razas” inexistente, puesto que es un concepto tan peligroso como antiguo, que además fue científicamente aclarado, por lo que todos pertenecemos todos a una sola categoría racial: raza humana, las distintas etnias o pueblos son el resultado de características físicas variables.
Ahora bien, la diferencia étnica en la población, que sobre todo implica pueblos culturalmente diversos, tanto en Bolivia como en el resto de América latina, es más que evidente. Creo que así como somos el continente con la distribución de la riqueza y pobreza más extremadamente que existe, también integramos parte de poblaciones tan distintas en cuanto a su riqueza cultural como a su diversidad étnica.
Bolivia no es la excepción. Además de que conforma una de las regiones más importantes en albergar distintos pueblos originarios junto con Perú (insisto originarios: precedentes a todo tipo de colonización o de sometimiento) para ser “conjuntadas por el idioma, la religión cristiana y la tradición histórica” como usted califica, a la que fueron sometidas como denominador común. Esta categoría de Estado-Nación no es más que una consecuencia del resultado histórico que fueron sometidas distintas culturas por potencias dominantes, en la aberrante ambición humana por enriquecerse. Estamos de acuerdo en que volver a pensar en resentimientos, por un anhelo por volver al pasado, no trae más que la desestabilización de los pueblos que conforman una nación, pero ¿debemos impedir también que se reconozca una realidad?
¿Es acaso que proclamarse como miembros de una sola familia con diferentes características es un paso arriesgado?
Bolivia junto con Perú son los territorios nacionales en toda América latina en donde la mayoría de diversos pueblos amerindios residen en poco espacio territorial, ¿cómo se puede afirmar de que la diversidad que hay dentro de estos territorios no son muchas?
Las afirmaciones que realiza son bastantes peligrosas, no sólo porque sí involucra una negación a la diversidad cultural de un país tan rico como Bolivia, sino que además atenta contra la dignidad de estos pueblos que no sólo merecen el reconocimiento sino que además estaban mucho antes de cualquier censista de la ONU, que viniere a tomar una muestra para ver cuantos de algún sector “se consideran” mestizos (lo que no quiere decir que lo sean), lo que es además un estudio inconsistente, como lo son estas encuestas con respuestas tentativas, que también fue realizada con otros fines. Le recuerdo además que una de las consecuencias más lamentables de esta época de globalización, es que nuestros países socialmente frágiles, han sufrido fuertes crisis por el reconocimiento de aquello que nos identifica culturalmente, desvalorizando, llegando incluso a dejar de lado las costumbres y tradiciones por vergüenza, y por qué no, a negarlas. Y aún así ¿tomamos como argumento a una encuesta de un programa de las Naciones Unidas para sostener una afirmación que niega la diversidad de los pueblos originarios.
Reconocer la existencia de los habitantes, ya sea mayoritario o minoritario, de pueblos indígenas como de otras culturas -como las afro descendientes-, como lo ha hecho tanto Bolivia como Ecuador, no se trata de “un extremo”. Esto de gritar en voz alta que son naciones pluriculturales y multiétnicas, como lo son, y considerar esta postura culpándola de todo racismo pre-existente, incluso insuflando miedo en las masas; pues no es cuestión de identificarse solamente como ciudadano perteneciente a una nación que alberga miembros de distintos pueblos y culturas, sino como miembros de una sola casa, que deja además de lado algunas posturas tan inhumanas como las que la antropología estudia, categorizando a los pueblos como desiguales, por razones de poder, y marginándolos o negándolos, o intentando conservar su riqueza como si se tratase de “especies en peligro de extinción”. No, no queremos que se trate de preservar culturas, es más que eso, no es una nueva moda partidaria que usa el resentimiento para ganarse la dignidad de identidad, es cuestión de educación, de respeto, de no pensarnos como una masa homogénea para lograr una estabilidad social, se trata de valorizar y aprender de la herencia cultural de la cual somos afortunados en tener, sin dejar que las pugnas de poder se interpongan y hagan de las identidades desiguales (valorizando unas más que otras), interculturalizar nuestros pueblos es un paso. Dejando de lado esta fantasía absurda de mezclar etnias para “culturalizar” por el bien de un Nación recordando por supuesto que la noción de “raza” es tan inexistente como moralmente discriminatoria, tal como se puede leer en esta ley que califica de innecesaria:
Ley 737/2010 Antiracismo y Discriminación (Bolivia)
“La “raza” es una noción construida socialmente, desarrollada a lo largo de la historia como un conjunto de prejuicios que distorsiona ideas sobre diferencias humanas y comportamiento de grupo. Utilizada para asignar a algunos grupos un estatus inferior y a otros un estatus superior que les dio acceso al privilegio, al poder y a la riqueza. Toda doctrina de superioridad basada en la diferenciación racial es científicamente falsa, moralmente condenable, socialmente injusta y peligrosa y nada en la teoría o en la práctica permite justificar la discriminación racial.”
Como bien usted lo indica, la ONU da el derecho de separarse a aquellas naciones de un Estado que se sientan sometidas y explotadas, no cree usted que después de haber sido sometidos y explotados tantos pueblos indígenas que se dé lugar a que sean reconocidos como tales, no es un paso más bien superado?
En todo caso, cualquier pueblo que sea sometido y explotado ¿no debería estar en su derecho el pretender su propio beneficio?
Recordemos además la fuerte emigración de ciudadanos bolivianos, sobretodo de etnias indígenas a causa de la marginación social, baja calidad de vida, como los pocos ingresos que recibían en su propio Estado sólo por el color de piel y falta de educación. Así como también es una de las regiones más vulnerables para la captación de trata de blancas para comercializar con humanos, como los trabajos forzados en Latinoamérica gracias a esto, ¿esto acaso no es estar sometidos y explotados?
¿No es acaso otorgar el derecho de reconocer y respetar la herencia cultural originaria lo mínimo que se puede hacer, educando a la población a valorizar a las mismas?.
Afirmar, además el hecho de que algunos hijos de mujeres que usan “pollera” fueron mandatarios o personajes públicos NO hace de Bolivia “la nación menos racista del continente americano”, está consideración es tan lamentable, que por sí misma puede ser considerada discriminatoria, más aún si se piensa a una Bolivia admirada por su riqueza cultural ancestral, como mestiza como condición para que sea un país, y a los bolivianos para que sean pensados “como verdaderos ciudadanos”.
Y para concluir creo que insistir en que la solución es que “los indios” deben mestizarse culturalmente aprendiendo castellano o trasladándolos a la ciudad es una afirmación tan aberrante como discriminatoria, que lamento enormemente. Estimo que después de esto, vale la pena poner en reconsideración investigar más sobre el tema que nos involucran a todos como latinoamericanos.
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